No cabe duda de que, si hay un aspecto que define nuestra sociedad actual en su conjunto, salvo contadas excepciones, este no es otro que la capacidad y libertad de acceso a la información.
De hecho, actualmente nos encontramos en un contexto social que numerosos expertos definen como ‘sociedad de la información’, dado el importante papel que juega su creación y difusión en nuestras vidas y su extraordinario potencial como instrumento de globalización, desde el punto de vista de la posibilidad de conocer, casi en tiempo real, todo lo que sucede en cualquier lugar del mundo, o de entablar contacto con personas que se encuentran, físicamente, a miles de kilómetros de distancia.
No obstante, los propios aspectos que dan forma a esta sociedad de la información, en un escenario relativamente libre y accesible como internet, también implican, a su vez, riesgos o efectos perniciosos para los usuarios de la red, como son la saturación informativa y, sobre todo, la posibilidad de diseñar y llevar a cabo campañas de desinformación.
Esta perversión de un entorno tan idílico, a primera vista, como es internet y las redes sociales, está dando lugar a que conceptos como bulo online o, en un sentido más amplio, fake news hayan pasado a formar parte, por desgracia, de nuestra vida diaria.
El peligro real de la desinformación y las fake news
Cuando se habla de las fake news, o noticias falsas, es normal que nuestra mente tienda a asociar este fenómeno de desinformación hacia aspectos a nivel macro, como la supuesta injerencia de terceros países, o de uno en concreto, en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos o en el referéndum británico que desembocó en el Brexit.
Sin embargo, este empleo de la desinformación como elemento para reforzar posiciones políticas, religiosas o, incluso, deportivas a través de medias verdades o mentiras en toda regla, no debe desviarnos del verdadero peligro que este fenómeno supone a nivel micro.
El pasado año, concretamente durante el mes de junio, la rápida difusión de noticias falsas y bulos a través de WhatsApp provocó más de 12 muertes violentas en zonas rurales de India, debido a rumores no confirmados de casos de abuso infantil o pederastia, hasta el punto de que la histeria generalizada desembocó en el linchamiento y muerte de uno de los representantes policiales que trató de calmar e informar oficialmente a los responsables de este afán de venganza.
De igual forma, en el mes de agosto se produjo el asesinato de dos personas inocentes en México, que fueron linchadas y quemadas vivas en Acatlán, en el estado de Puebla, bajo la falsa acusación, difundida en redes sociales, de que formaban parte de una red de tráfico de órganos procedentes de niños.
Como puedes observar, el verdadero peligro de las fake news en redes sociales no reside únicamente en la generalización de las burbujas de información y la polarización de las ideas de la población, sino también en la posibilidad de destrozar la vida, o la imagen pública, de una persona o una entidad mediante el diseño y difusión en WhatsApp, Facebook o Twitter de noticias falsas o, al menos, poco contrastadas.
¿Cómo actuar para frenar el efecto de las fake news en redes sociales?
Si bien es innegable que deben ser las propias redes sociales las que desarrollen los cauces y marquen los límites a su alcance para frenar la creación y transmisión de fake news a través de sus plataformas, todos y cada uno de nosotros tenemos en nuestra mano ayudar a erradicar, o al menos, reducir los efectos de esta escalada hacia la desinformación, que como herramienta lo que se ha dado en conocer como ‘posverdad’.
Como usuarios de la red, y más aún si desarrollas tu actividad profesional gestionando las redes sociales de uno o varios clientes, está en nuestra mano poner tu granito de arena para frenar o, al menos, reducir el efecto de las fake news y los bulos online.
No se trata de desconfiar de todo aquello que se publica y que te llega diariamente en internet, ni mucho menos, sino de poner en práctica una serie de medidas preventivas para evitar convertirnos en transmisores de una información que puede dañar injustificadamente, y de forma irreparable, a otras personas, entre las que desde este blog queremos destacar las siguientes:
Contrasta la información que recibes; antes de difundir cualquier información a tus contactos, y especialmente aquella que supuestamente se apoye en datos objetivos, trata de asegurarte de que lo que se recoge en dicha publicación es verdad, en todas y cada una de sus ideas.
Para ello, solamente tendrás que tratar de buscar su confirmación a través de otras fuentes, y muy especialmente de aquellas que, gracias a su rigor informativo, consideres más veraces y creíbles.
Evita la difusión de contenidos sesgados, polémicos o violentos; además de la necesidad de refutar la información que recibes diariamente, consideramos necesario recomendarte que cuentes hasta diez, o hasta cien si es necesario, antes de promover la difusión de aquella información que pueda afectar directa o indirectamente a otra persona, colectivo o entidad.
Con esto no queremos referirnos, en modo alguno, a que lleves a cabo un ejercicio de autocensura, sino que, más bien, reflexiones desde la empatía sobre los efectos, directos o indirectos, que su difusión puede provocar si se acaba perdiendo el control de dicha información y las reacciones que genere, incluso en aquellos casos en que esto te pueda beneficiar personalmente.
Apuesta por la tolerancia y la convivencia; para finalizar, solo nos queda ofrecerte una recomendación que puede sonar a idealista, pero que consideramos necesaria, como es que dejemos al margen la utilización de la información como arma arrojadiza para nuestros propios fines individuales.
A nivel profesional, aunque una noticia sobre una entidad competidora pueda favorecer los intereses de alguno de tus clientes, será preferible, en nuestra modesta opinión, apostar por una competencia sana, en la que la ‘lucha’ por la consecución de nuestros objetivos estratégicos y operativos se limite simplemente a aspectos meramente comerciales.
En la medida en que apostemos por dejar a un lado la crispación, estaremos contribuyendo a dar la espalda a todos aquellos que consideran las fake news como un instrumento rentable para alcanzar sus fines y, de esta forma, estaremos contribuyendo a su erradicación.
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